Formosa al natural

Un profundo viaje por el paisaje formoseño

 

Cuenta la leyenda que los ríos Pilcomayo y Bermejo nacieron de la sangre y las lágrimas de dos hermanos, TuviChavé, y Michiveva, hijos del dios Tupá. Al transformarse ambos en ríos, el Gran Chaco quedó sin jefe, pero siguió prosperando bajo el cuidado de la naturaleza, enmarañado, impenetrable, surcado por ambos ríos. Y así sigue siendo, sin dudas, donde hoy se encuentra la provincia de Formosa

 

¿Por dónde empezar un recorrido por la naturaleza formoseña? Sin dudas, el bañado La Estrella es una buena elección. En esta zona, cerca de Las Lomitas, el caudaloso río Pilcomayo desborda cada tanto e inunda áreas bajas, de las cuales el agua nunca termina de escurrir antes de la siguiente inundación.

 

Este ciclo natural creó y mantiene el tercer humedal más grande de Sudamérica. Sus 400.000 ha actúan como gran reservorio de agua, y donde hay agua hay biodiversidad. Por eso este mundo verde permite contemplar grandes concentraciones de especies –amenazadas, endémicas y migratorias– difíciles de observar en otros ecosistemas. Se encuentran desde caranchos, garzas y patos hasta yacarés, carpinchos, nutrias gigantes, osos hormigueros y meleros, tapires, yaguaretés y el curioso aguará guazú, entre muchos otros animales. Y todo mientras se pasea entre alisos, palmas caranday, totoras, algarrobos, quebrachos y palos santos.

 

En este rico ecosistema recalaron diferentes comunidades étnicas –principalmente pilagá, wichí y toba–, que hoy preservan muchas de sus tradiciones y valores, sumando un interesante aporte cultural a una vista a la zona. Aquí las principales actividades son la ganadería, la agricultura, la explotación forestal, la pesca, la caza y la colecta de algunas plantas como el chaguar, semillas o cortezas con las que la gente sabe teñir y confeccionar trabajadas artesanías.

 

 

 

El mundo de las aves

Otra reserva de interés es la de laguna Oca, a menos de 10 minutos del centro de la ciudad. Es un conjunto de lagunas y riachos en el que viven unas 300 especies de aves –también sitio reconocido por Birdlife Internacional– y donde se pueden alquilar bicicletas y botes para hacer un tranquilo recorrido, o simplemente pasar un buen día a la sombra de un bohío en una playa de arena sobre el río Paraguay.

 

 

El recorrido bien puede culminar en Herradura, pueblo ubicado a la vera de la laguna del mismo nombre, y centro pesquero de la zona: aquí se hace todos los veranos la Fiesta Nacional de la Corvina, y cada mes de mayo, la Fiesta de la Piraña, con concursos de pesca, exposiciones y actividades varias. Si nunca saboreó una empanada de pacú, puede acercarse al complejo La Florencia, donde además de pintorescas cabañas hay quincho, laguna y un parque de 11 ha perfecto para hacer caminatas, avistar aves, pescar y jugar al fútbol, básquet o vóley.

 

 

En los paseos por su hermosa laguna,  los cantos de las aves que aman los ambay, los timbó y los ingá, árboles que forman la selva en galería a la vera de ríos y arroyos son de gran disfrute. En lo alto de las copas, puede llegar a verse a  los  famosos monos carayá.

 

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autor: clarin.com

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