A caballo, para acceder a un sitio único y vivir una historia única e intransferible - Avión de los Uruguayos

Cabalgamos hasta el lugar del Milagro de los Andes, el lugar donde cayó el avión con los rugbiers uruguayos en 1972

En el paraje El Sosneado, a 138 kilómetros de San Rafael, camino a Malargüe, Mendoza, está la hostería desde donde parte la cabalgata al avión de los uruguayos, como informalmente llaman ahí a una travesía de tres días a caballo hasta el lugar de la Cordillera donde cayó el avión de la fuerza aérea uruguaya más de treinta años atrás.

 

La invitación es atractiva e inquietante. De inmediato surgen los recuerdos de un suceso que sorprendió al mundo y quedó en el imaginario colectivo como ejemplo del extremo al que puede llegar el ser humano para sobrevivir. Hubo varios libros, una película, infinidad de crónicas dedicadas a este hecho y, desde hace un tiempo, estas excursiones que combinan el rigor de la Cordillera con las sensaciones más complejas.

 

El hecho ocurrió el 13 de octubre de 1972. El avión de la fuerza aérea uruguaya que trasladaba al equipo de rugby Old Christians de ese país chocó contra un pico, cayó sobre la nieve y perdió todo contacto con la civilización. Desde Chile y la Argentina, la búsqueda fue intensa. Pero pasado cierto tiempo, aunque algunos mantenían la esperanza, el intento de rescate se dio por concluido.

 

Hasta que el 22 de diciembre, la palabra esperada recorrió el mundo: ¡Viven! De los 45 pasajeros, 16 habían logrado sobrevivir durante 69 días alimentándose de los restos de sus compañeros muertos.

 

Cuatro décadas después llegan contingentes para realizar la cabalgata desde cualquier lugar del mundo, contactándose por Internet o alguna agencia de turismo. La demanda obliga a efectuar por lo menos dos excursiones por semana con un mínimo de veinte personas cada vez. No sólo quieren conocer el lugar, sino también conmoverse con esta historia.

 

NIEVE PERMANENTE

 

La aventura comienza con una primera noche en la hostería, en la que se prepara a los participantes para la travesía. Al día siguiente, se recorren 70 kilómetros en 4 x 4 hasta El Soler, un puesto de Gendarmería a unos 2900 metros de altura sobre el nivel del mar. Desde allí son 35 kilómetros de terreno escarpado hasta donde fue el accidente, un lugar a 4200 metros de altura que mantiene nieve permanente de hasta veinte metros de profundidad.

 

Tras el primer día de cabalgata se llega a la tarde hasta un lugar cerca de donde ocurrió el accidente. Allí se hace un campamento en el que no falta el fogón y algún violín o bandoneón. El chef prepara paella o cazuela de mariscos y la noche transcurre bajo un cielo de increíbles estrellas. Al otro día se cubre la última hora de cabalgata hasta los restos del avión, muchos de los cuales todavía se siguen hundiendo por las intensas nevadas. Se hace una ceremonia religiosa y se brinda un espacio para quien quiera decir algo. En casi todos hay emoción, recogimiento, silencio. Luego de un buen rato se vuelve al campamento y, al otro día, nuevamente una cabalgata hasta el puesto de El Soler y el regreso a la hostería. En total son tres días.

 

La temperatura en la altura es de aproximadamente diez grados menos que en El Sosneado y a la noche baja abruptamente. Además de ropa de abrigo es imprescindible llevar filtro solar y, en lo posible, sombrero y anteojos oscuros porque el sol es intenso y el reflejo de la nieve no da respiro. La cabalgata transcurre al paso, los caballos pisan seguros sobre la nieve y al filo de la cornisa. Chicos de hasta 10 años han participado da la excursión sin dificultad.

 

La caravana incluye un baquiano cada cinco personas y dos guías que relatan la historia y destacan la riqueza del lugar. Aparecen restos marinos, vestigios de cuando la zona era lecho del Pacífico, extrañas formaciones rocosas y en la distancia se puede ver guanacos, zorros, ñandúes, algún puma y cóndores en las alturas de la Cordillera.

 

 

-¿El lugar del accidente está más cerca de la Argentina?

 

-Sí, de allí al primer valle chileno hay por lo menos 200 kilómetros. La ruta habitual de los aviones es el paso de El Planchón, a unos 200 kilómetros de acá. Por algún error, el piloto no había tomado esa ruta y tampoco lo había informado, por lo que siempre se los buscó por ese lado. Ellos caminaron en paralelo al cordón montañoso; cuando llegaron a un pico, recién ahí, mirando hacia este lado, pudieron ver el camino de una mina de azufre que, en aquel momento, todavía trabajaba. Incluso con las ráfagas de viento escuchaban ruidos de máquinas. Aunque ahí les entró la duda de si eso no era una alucinación.

 

-¿QUÉ HICIERON, ENTONCES?

 

-Se volvieron buscando un valle que veían hacia el Oeste, hacia el lado chileno, y fueron para allá. Finalmente, casi rendidos, encontraron al puestero que estaba con sus animales. Tomaron un papel, como pudieron escribieron una nota, lo ataron a una piedra y se lo tiraron a través de un río que no podían cruzar porque era muy torrentoso. El puestero miró el papel y se fue. No sabía leer. Fue a Gendarmería, entregó la nota y, pasadas unas veinte horas, reapareció con ayuda. Ahí ya intervino la fuerza aérea chilena con helicópteros y, con ayuda de gendarmes argentinos, los rescataron.

 

De los sobrevivientes, Roberto Canessa es el que más a menudo vuelve a Mendoza e incluso colabora con la familia del puestero que los encontró. Tenía 19 años por entonces y ahora es un importante médico de Uruguay.

 

"La travesía no es tan sólo el hecho de ir a conocer el lugar, es algo más especial -. La persona que hace la cabalgata no sólo ve un paisaje extraordinario, con los colores más lindos que imagine, sino que toma contacto con un aspecto de su vida que no conoce y tiene que ver con lo espiritual. A uno le cambia la cabeza cuando vuelve."

 

autor: fuente: Diario Clarin

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